Esta experiencia nueva que estamos viviendo, nos desafía en gran medida como padres. Nos obliga a pensar nuevas rutinas y encontrar estrategias más creativas, para lograr acomodarnos en esta convivencia.
Muchas veces nos sentimos desbordados porque son muchas las preocupaciones e incertidumbre que sentimos. Pero así como esto nos moviliza a nosotros, también lo hace con nuestros hijos.
Claramente habrá diferencias según las edades y personalidades, pero en general para los niños es difícil entender lo que está sucediendo. Dependerá de la traducción que hagamos los adultos de esta realidad, si esto se vive con mucho miedo y angustia, o si lo que más motiva es el peso de la responsabilidad social.
Muchos de nosotros, lo primero que hacemos al levantarnos, es ver las noticias contabilizando la cantidad de muertos y contagios. Escuchamos audios a todo volumen sobre los peligros que nos acechan y conversamos sobre cómo nos preocupan nuestros seres queridos mayores y su aislamiento. Surgen discusiones sobre las consecuencias económicas que esto está teniendo… y nuestros hijos son testigos silenciosos que escuchan todo.
Tengamos cuidado con la información que llega a nuestros hijos. Generemos espacios de diálogo para ver qué entienden y cuáles son sus miedos.
Seamos empáticos con lo que sienten, no minimicemos su experiencia.
Intentemos compartir momentos de encuentro exclusivo con cada uno de ellos. Todos necesitan sentirse mirados y escuchados, no importa su edad.
Establezcamos rutinas ya que las mismas nos ordenan y nos dan seguridad. Seamos flexibles con aquellas que en este momento no son tan necesarias.
Ayudemos a que todos participen de las tareas de la casa inclusive los más pequeños. Según su edad, cada uno podrá asumir distintas responsabilidades. Esto no sólo aliviará a los adultos, sino que además hará sentir al niño valioso al ver que confían en él.
Intentemos que sostengan contacto social con sus abuelos, con sus primos, con sus amigos. A todos nos hace bien compartir momentos con las personas que queremos, aunque sea a través de una pantalla.
Enseñemos a gestionar y respetar los tiempos y los espacios. Que aprendan que todos necesitamos momentos de concentración y silencio para cumplir con nuestras obligaciones.
Comportamos actividades divertidas como cocinar, jugar, dibujar, que nutran nuestros vínculos. Éstas, son tan importantes como las otras.
Vivamos esta situación como una oportunidad. Indefectiblemente nos dejará su huella. Hagamos que la misma sea recordada como un momento de encuentro y de cercanía emocional.