Los celos surgen a partir del temor, real o imaginario, de perder a alguien que se considera importante para la propia vida. La intensidad y frecuencia en que se presente esta emoción dependerá de las características de personalidad y autoestima, su historia vital, el estilo de relación con otros (en el caso de los niños, incidirá la manera en que sus padres se vinculan con él) y la magnitud de los acontecimientos externos.
Los celos ante el nacimiento de un hermano pequeño son, en general, fácilmente reconocibles o, por lo menos, no sorprende cuando se presentan; ya que la atención de la madre necesariamente se centra en el recién nacido y el padre debe ocuparse de que “el mundo siga girando” para aliviar a su mujer de todo lo demás. Y fundamentalmente porque esta reacción es, en el niño, “socialmente aceptable”.
Los abuelos, tíos, amigos llegan entusiasmados, con bolsas y bolsas de regalos y halagos, a conocer a la nueva personita. La organización de la familia gira alrededor de sus horarios de comida, controles del pediatra y cambiadas de pañal. Mutan los olores, los sonidos conocidos. Todo se detiene ante el llanto abrumador de los cólicos.
Pero ¿la llegada del recién nacido es motivo exclusivo de celos en los hermanos?
Si lo que detona esta reacción emocional es el miedo (real o infundado) a perder a alguien querido, existen muchas otras situaciones que también los generan y que, por no ser “admisibles” muchas veces se reprimen, disimulan o aparecen enmascarados en conductas disruptivas.
¿Qué pasa con este papá, sobre todo ante el nacimiento del primer hijo, que antes tenía sólo para sí la atención de su mujer, que ahora tiene el cuerpo tomado por su maternidad? Los tiempos y modos de relacionarse de un padre con su hijo son distintos a los de la madre, que viene ya construyendo el vínculo con su bebé desde el embarazo. Por ello, este hombre podría sentirse celoso de su bebé por tener a su mujer sólo disponible para él, y a su vez, celoso de su mujer, por el vínculo especial que tiene con su hijo.
Otro disparador poderoso de celos es una situación de enfermedad. Si se enferma y, peor aún, se interna un familiar (abuelo, tío…), se “roba tiempo” de estar en casa para ir a cuidarlo y acompañarlo. La pareja e hijos podrían sentirse celosos de quien se enfermó; pero podrían vivir sus celos como moralmente inadmisibles.
Si a la enfermedad la padece un hermano, el resto de los hijos percibirán la diferencia de atención recibida y temerán por el amor de sus padres, sin importar si se trata de un hermano mayor o menor. Esto podría dificultarse si se tratara de una enfermedad grave o crónica, ya que el miedo y enojo generados por los celos podrían enredarse con la culpa por sentir estas emociones y complicar aún más las cosas.
Los celos experimentados en las situaciones expuestas como ejemplo no suelen ser aceptados ni por quien los sufre ni por el destinatario de dicha emoción, tal vez por la edad de quien los experimenta (pueden ser tolerados en los niños pequeños, pero en adolescentes? en adultos?), o porque se supone culturalmente que ciertas circunstancias sólo deben suscitar determinadas emociones (donde los celos no tienen cabida) o cuando en la situación que se generan hay alguien que sufre.
Existen, además, otro montón de situaciones cotidianas que pueden funcionar como disparadores y que suelen tolerarse un poco más: el espacio brindado a los amigos, o a las actividades deportivas o recreativas, la relación con compañeras/os de trabajo, las fotos con los/las ex, “las milanesas de mamá”. En todo caso, siempre ayuda animarnos a poner en palabras lo que sentimos, abrir espacios para que el otro pueda expresar sus sentimientos sin penalizarlos.
Para ello debemos entender que no hay emociones buenas o malas sino que, simplemente, son respuestas involuntarias ante las situaciones que vivimos. En todo caso, son agradables o desagradables de sentir. Ayuda mucho a los niños el saber que estas mismas emociones que ellos temen mostrar, también las vivenciamos los adultos y que no pasa nada con sentirlas.
Que se puede aprender a manejar la respuesta ante lo que experimentamos, de manera que podamos resolver la situación sin terminar en problemas.
Es importante aprender a leer el mensaje que nos dan los celos: esta persona que nos quiere, nos necesita y que teme perdernos se siente insegura y precisa que encontremos algún espacio de atención exclusiva que le brinde mayor seguridad.
Equipo creSER