Esperamos que hayan tenido la oportunidad de ver la película de Bill Murray y Andy Macdowell, “Hechizo del tiempo”. El protagonista se levanta todos los días, el mismo día. Sucede ininterrumpidamente de igual manera, hasta que él puede ir aprendiendo, encontrando un sentido a su experiencia y finalmente consigue lo que desea. Este cambio de actitud es “premiado” al conquistar a la mujer que ama y continuar con su vida.
La expresión “día de la marmota” se aplicaba para predecir la finalización del invierno; pero por esta película, se la comenzó a vincular también con la repetición y la abulia de días iguales y aburridos. Este encierro que vivimos, donde pareciera que los días se suceden sin cambios, afecta inclusive nuestra capacidad de discriminar en qué día de la semana nos encontramos. Estos días, por momentos cargados de agobio e incertidumbre, nos dejan con una sensación de sin-salida, de estar atrapados en un bucle de tiempo.
A su vez, nos llegan teorías de diferentes colores, explicando la razón de esta pandemia: que es una búsqueda de equilibrio del cosmos para “limpiarse”; que es un ataque biológico; que depende de la vibración energética; que es un invento de la OMS…
Y aquí estamos, por momentos desorientados, cansados y preocupados.
Por ello, queremos invitarlos a hacer una pausa para reflexionar, para confiar en nuestra naturaleza resiliente, esa fuerza que nos pertenece y surge cuando la realidad se nos impone y necesitamos cambiar.
Es a partir de la aceptación de esta realidad que podremos hacer algo distinto, dando lugar a nuevas oportunidades. Tal como el personaje de Bill Murray, que acepta que no puede hacer nada para que sus días no se repitan y decide conscientemente aprovecharlos de otra manera, éste es un momento que nos invita a cuestionarnos sobre aquellas cosas que hacíamos en piloto automático, sin detenernos a evaluar el costo que implicaba para nosotros y nuestros seres queridos.
Hoy, en esta convivencia forzada, intentemos encontrarnos primero con nosotros mismos y luego con los demás, re-descubriéndonos, jerarquizando lo importante, colocando las cosas en el lugar que se merecen. Aprovechemos la oportunidad que nos brinda esta cuarentena y construyamos nuestra propia teoría personal, que nos cuente para qué nos sirve este paréntesis existencial, qué sentido tiene para nosotros, qué enseñanzas de vida nos puede dejar.
Que nuestros días no sean “días de la marmota”, hagamos que cada uno sea único e irrepetible y que tenga sentido haberlo vivido.
Les regalamos una actividad para hacer en familia:
Antes de dormir, cada uno escribe un propósito que haga que el día siguiente sea especial para él mismo y para un ser querido, comprendiendo que generar bienestar en otros, también alimenta nuestro propio bienestar.