El miedo

El miedo es una de las emociones básicas y posee la función, tan importante, de protegernos ante los peligros. Nos ayuda a huir cuando es necesario, a ser cautelosos, y a no sobre-exponernos ante posibles peligros. El problema surge cuando su intensidad es demasiada; ya que nos paraliza y no nos permite ponernos en acción, por lo que se vuelve “disfuncional”.

Cuando podemos poner en palabras lo que nos asusta, entender por qué nos sentimos así y aceptarlo, se alivia la intensidad de la emoción y volvemos a sentirnos “en control”. También nos da la oportunidad de diferenciar si lo que nos genera temor es real o imaginario pudiendo de esta manera darle la dimensión adecuada.

Estamos en una época cargada de incertidumbre, viviendo una realidad absolutamente atípica, que nos coloca en situaciones de mayor vulnerabilidad.

Indefectiblemente los miedos comienzan a circular entre nosotros, adoptando múltiples formas según la circunstancia que nos toca vivir. No es lo mismo para una persona mayor que siente que el riesgo de contraer la enfermedad podría llevarla a la muerte, que el temor de un adolescente o inclusive un niño menor frente a la misma situación.

Sin embargo, es importante poder, como adultos responsables, agudizar nuestra escucha ya que la herramienta por excelencia frente al miedo es la de ofrecer un espacio de diálogo en donde cada uno pueda expresar lo que está sintiendo.

Para los más pequeños esto puede resultar más difícil, ya que no cuentan con el vocabulario adecuado ni la capacidad de simbolización para poder expresarse oralmente. Tal vez una forma en la que manifiestan su malestar o temor es mostrándose más irritables e inclusive a veces aparece alguna dificultad para conciliar el sueño o separarse de nosotros.

El jugar en estas situaciones cumple un rol importante ya que por medio del juego representan y actúan lo que los angustia y temen, y así lo pueden elaborar.

Diferentes técnicas de respiración también pueden resultar herramientas valiosas que les ayuden a controlar la intensidad de sus temores, ofreciendo cierta sensación de control. Los coloca en un lugar de protagonistas, capaces de decidir acerca de determinadas cosas. Es una forma de enfrentar la incertidumbre y salir fortalecidos.

Aquellos niños que puedan reconocer sus temores, expresarlos y luego controlarlos tendrán mejores herramientas para enfrentar el tan esperado “día después”, aquel día en el que retomemos nuestras rutinas, volvamos a estar en contacto con los otros y transitemos, en definitiva, la maravillosa libertad hoy tan añorada por todos.

Ideas:

1) Librito atrapa miedos: Armar, junto con el niño, un librito en el que pueda dibujar y/o escribir qué es lo que lo asusta.

2) Caja Monstruosa: usando una caja, decorarla como si fuera un monstruo y que el niño escriba o dibuje en diferentes papeles lo que lo asusta. Luego podrá introducir los mismos para que el monstruo “se coma sus miedos”.

Historias de miedo: (ver imagen)