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Ser padres en la era digital

Hoy queremos reflexionar juntos acerca de la manera en que nos vinculamos con el mundo de las tecnologías. Y queremos hacerlo desde dos lugares: desde nuestro rol de guías y educadores, y desde nuestro lugar de modeladores en la manera en que nos manejamos con los recursos que la tecnología nos ofrece.

El ritmo en el que suceden los avances tecnológicos es tan vertiginoso, que a muchos de nosotros nos resulta muy complicado estar constantemente actualizados. Esto hace que tiremos la toalla, justificándonos vencidos con que la era digital no nos pertenece, que es algo propio de los jóvenes porque tienen la habilidad y plasticidad para comprenderla y manejarla. Y así es como los dejamos solos, moviéndose en un mundo que apenas comprendemos y que va ocupando cada vez más lugar en sus vidas.

Esta soledad, este vacío, es el que más nos preocupa: si somos nosotros, por nuestro lugar de adultos, los que debemos acompañar a nuestros hijos en su crecimiento a través de las distintas etapas de la vida, ¿cómo es que en un aspecto tan importante como el uso de la tecnología los dejamos solos, por carecer de las habilidades o conocimientos necesarios? Si dejamos ese espacio vacante, declarándonos incompetentes, ¿quiénes son los encargados de guiar, graduar y orientar?

Tenemos que ser nosotros, de la misma manera que los acompañamos a crecer y a aprender en otros aspectos de su vida. Tendremos que dedicarle mayor tiempo, colocando nuestra capacidad al servicio del aprendizaje. De esta manera no los dejaremos a la deriva, transitando el mundo virtual en dónde van dejando sus huellas a veces con responsabilidad y otras no tanto. Los acompañaremos, oriéntandolos en los riesgos y oportunidades que se abren.

A veces nuestro rol apuntará a saber manejar o no determinados recursos o sitios, a veces deberemos regular la cantidad de horas que nuestros hijos pasan frente a la pantalla, interviniendo como reguladores en su conducta.

Creemos que el desafío mayor está en el uso de los celulares. Dispositivos que parecen ser extensiones de sus cuerpos y… también de los nuestros. Aquí es donde queremos subrayar nuestro lugar de modelos de conducta: si nosotros estamos pendientes de cada bip que emite, nos fanatizamos con sus aplicaciones y, como plantea R. Balaguer*, nos sentimos desnudos si nos lo olvidamos en casa, ¿cómo pretendemos que ellos no hagan lo mismo?

Lo paradójico es que son instrumentos que deberían ayudar a la conexión con los demás; pero muchas veces terminan dejándonos más solos y desconectados.

Eduquemos, entonces, en la construcción de vínculos verdaderos que implica estar con el otro con mirada, con escucha, con presencia. Se trata de no quedarnos al margen de la tecnología, sino apropiarnos de ella con sabiduría y guiando a nuestros hijos en el buen uso de la misma.

Equipo creSER

*Lic. Roberto Balaguer: http://www.robertobalaguer.com/