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¿Qué deberíamos hacer si nuestro hijo está involucrado en una situación de bullying?

Lamentablemente en la actualidad hablar de bullying es algo que se ha vuelto más habitual de lo que desearíamos. Si bien este fenómeno no es nuevo en la vida escolar, pareciera que va creciendo en frecuencia e intensidad. Por ello queremos detenernos en su significado para que, a partir de esto, podamos ir construyendo un plan de acción desde nuestro lugar de padres.

Necesitamos diferenciar el  termino “bullying” u hostigamiento de otras situaciones de violencia o conflicto. Para ello hay que comprender que se trata de una actitud de acoso intencional y reiterado de una o más personas, hacia otra más débil. Este tipo de comportamiento puede adoptar distintas formas: verbal, física, social, cybernética, entre otras.

Pensemos en la situación en dónde nuestro hijo es VÍCTIMA. Lo más importante en este caso es generar un espacio abierto de diálogo y de confianza. Uno de los problemas más comunes es que tendemos a subestimar el problema dejando al niño más solo y vulnerable. Parte de nuestra conversación deberá centrarse en restablecer la confianza y la seguridad; no sólo ofreciéndole la absoluta certeza de que puede contar con nosotros, sino también resaltando sus virtudes y potencias. Es clave que el niño o adolescente vuelva a creer en sus recursos y a sentirse valioso.

Comunicarnos con los otros adultos que forman parte de su entorno es otro pilar importante. Por ello hay que acercarse a la escuela y comunicar lo que está sucediendo. Se buscará construir un equipo entre todos los mayores. El niño debe sentir que su entorno escolar es un lugar seguro, y que tanto sus maestros como sus padres están cerca para protegerlo.

Cuando nuestro hijo es VICTIMARIO debemos estar muy atentos a ciertos comportamientos (como irritabilidad, aislamiento, cambios repentinos en su actitud o en el vínculo con otros, etc). Nuevamente una buena comunicación es el eje principal para generar un espacio de confianza. Remarcar que este tipo de comportamientos es inaceptable es el primer paso, y luego intentaremos generar empatía con la víctima, y educar en valores y respeto por los otros. Al mismo tiempo habrá que comprender las razones que lo llevaron a actuar de esa manera.

A veces desempeñarse como líder negativo es consecuencia de inseguridades, o inclusive de padecer también acoso escolar u otro tipo de violencia. En este caso, se suele encontrar en el padecimiento ajeno una manera de calmar el propio. Otras veces la intención es impresionar a otros y buscar así un lugar en el grupo de pertenencia.

Según la respuesta que obtengamos habremos de calmar y contener, poniéndonos en acción para resolver el problema de fondo. Pero siempre partiremos de que comprenda que ese tipo de comportamientos son absolutamente inaceptables.

También en este caso la comunicación se debe extender al contexto escolar, para estar los adultos alineados y que el mensaje que reciba el niño esté unificado. Los padres, por diversas razones, a veces nos enfrentamos con las autoridades del colegio e intentamos proteger a nuestro hijo de posibles sanciones; o simplemente minimizamos la gravedad del hecho. Lo que hay que comprender es que los dobles mensajes lo dejan en un lugar de mayor incertidumbre y sin la posibilidad de modificar su actitud ni de reparar el daño por lo que hizo.

Por último están aquellos que observan la situación, que son TESTIGOS silenciosos. Ellos poseen un rol importante ya que tienen la posibilidad de acrecentar la escena o neutralizarla.

El victimario necesita público para que lo que realiza tenga más potencia. Los testigos, por un lado, deben comprender que observar en silencio cómo maltratan a otros los hace también responsables; y, al mismo tiempo que pueden, aunque les de temor, ayudar a que este abuso se termine.

Nuestros hijos deben saber que permanecer en silencio los hace también partícipes y que denunciar es un acto de responsabilidad y solidaridad. Entonces pensaremos juntos la mejor manera de involucrarse para ayudar a quien está sufriendo, sin quedar ellos también indefensos. Podrán, por ejemplo, avisar a un docente cuando vean alguna situación de hostigamiento o podrán alentar a la víctima a que pida ayuda a algún adulto.

Debemos reforzar a nuestros hijos para que se sientan seguros de ellos mismos, aprendan a cuidarse y a lidiar con posibles conflictos. Y también hacerlos conscientes de su lugar como protagonistas en la construcción de un entorno placentero y seguro para todos.

                                          Equipo creSER

Compartimos con ustedes algunos links y bibliografía para seguir profundizando en el tema.: