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¿Por qué nos resulta tan difícil poner límites a nuestros hijos adolescentes?

La adolescencia es un período de la vida teñido de incertidumbre y espíritu de rebeldía. Como padres nos vemos ante la compleja tarea diaria de tolerar enfrentamientos. Todo es cuestionado y criticado. Normas que antes eran lógicas y funcionaban sobre rieles, dejan de serlo y, lo más impactante, es que aparentemente dejamos de ser referentes de nuestros hijos para pasar a ser sujetos casi “detestables” y objeto de descrédito.

Sus ansias por devorarse el mundo y el deseo de ser independientes hace que, con un estilo impulsivo, se expongan en muchas oportunidades a situaciones de peligro y angustia. Tener que limitarse ante sus pares les genera mucha presión y, por el deseo de pertenecer y no quedar excluidos, terminan accediendo a hacer cosas que saben claramente que están mal e, inclusive, que no querían hacer.

Hay algo sin embargo que es una constante y que se mantiene con el correr de las épocas: el adolescente, a pesar de adoptar una conducta de rebeldía y de desafío, busca límites; pues los mismos lo ordenan y contienen en situaciones de desborde.

Venimos de modelos familiares autoritarios en los cuales los padres decidían por nosotros y donde un espacio de confrontación era absolutamente impensado. Buscamos hoy con nuestros hijos construir otro tipo de vínculo, uno en dónde las normas puedan acordarse, flexibilizarse y, hasta inclusive, modificarse. Pero este cambio en nuestra manera de ejercer el rol trae consecuencias frente a las cuales, a veces, nos encontramos inseguros y vulnerables como padres.

Este nuevo estilo de crianza busca que algunas normas haya que construirlas en conjunto, padres e hijos. El involucrarlos hará que se sientan parte y también responsables no sólo de la creación de la norma sino también de las consecuencias que traerá aparejada la transgresión de la misma.

Decimos “algunas” normas, ya que habrá otras que no serán negociables.  Esto dependerá del estilo de cada familia.

La adolescencia es un momento en la vida de nuestros hijos que tiene un principio, un desarrollo y un fin. Es importante aprovecharlo como padres como una etapa de crecimiento, fortalecimiento y una rica oportunidad para recoger lo que fuimos sembrando durante la infancia.

Ayudarlos a crecer no es simple; pero es un maravilloso desafío que nos toca enfrentar como padres.

                                                                                   Equipo creSER